miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ecofilosofía por Skolimowski V


Una filosofía para el siglo XXI (parte V)


Por Henrik Skolimowski

XII- La ecofilosofía atiende la salud: mientras que las principales escudas de la filosofía contemporánea se desentienden de la salud. Los seres humanos somos agregados de partículas físicas en movimiento, pero también somos candelabros luminosos que emanamos pensamientos, emociones, compasión.

La ecofilosofía elimina el dualismo cartesiano de mente y materia y considera los diversos estados (u órdenes) de ser como partes del mismo espectro físico-mental-espiritual. La totalidad de la historia del universo es la de la materia adquiriendo sensibilidad no instante de la primera observación, el instante de la toma de conciencia, el instante de la toma de autoconciencia, el punto en que se accede a la espiritualidad. La razón misma es una forma de sensibilidad de la materia. Todo este espectro físico-mental-espiritual es responsabilidad nuestra; y conservar nuestra salud es nuestra responsabilidad. No somos máquinas que hay que reparar cuando se rompe o se gasta una pieza; somos campos de fuerza exquisitamente complejos.

Sólo cuando partimos del supuesto de que el hombre y el medio ambiente están formados por campos de fuerzas en interacción empezamos realmente a comprender qué cuestión fascinante es conservar la salud humana, y qué milagroso es que las cosas estén en orden y que nosotros estemos en el estado de salud positiva. Mantener en continuo equilibrio este campo de fuerzas implica hallarse en contacto con la diversidad de fuerzas transfísicas que contribuyen al equilibrio. Estar en estado de salud positiva es estar en buenas relaciones con el cosmos. Esta afirmación puede parecer trivial o críptica, pero se nota que es simple sentido común ni bien uno piensa un poco.

El nuevo modo de pensar sobre la salud se ha deslizado incluso al corazón del establishment. El presidente de la Fundación Rockefeller, John Knowles, escribió en 1977 en Science: "Prevenir las enfermedades significa abandonar los malos hábitos disfrutados por mucha gente -sobrealimentación, exceso de bebidas; ingestión de pastillas, acostarse tarde, ejercer la promiscuidad sexual, conducir demasiado rápido, fumar- o, dicho de otra manera, significa hacer cosas que requieren esfuerzos: mejorar la alimentación, hacer ejercicios regularmente, ir al dentista, planificar los nacimientos, asegurar la armonía de la vida familiar, controles médicos periódicos.

La idea de responsabilidad individual va contra la historia norteamericana, durante la cual la gente ha estado santificado constantemente la libertad individual al mismo tiempo que la iban eliminando cada vez más mediante el crecimiento del Estado benefactor... la idea de responsabilidad individual dio paso a la de derechos (o demandas) individuales, a ser garantizados por el gobierno y repartidos por - las instituciones públicas y privadas. El costo del exceso individual es ahora una responsabilidad nacional, ya no individual. Se justifica este proceder bajo el rótulo de la libertad individual, pero la libertad de unos con su salud es la atadura de otros con impuestos y cuotas médicas. Creo que la idea de un ''derecho'' a la salud debería reemplazarse por la obligación moral de preservar la propia salud."

Ahora bien, por qué hay que elevar a nivel de proposición filosófica este compromiso con la propia salud si ya en la escuela primaria a los chicos se les dice: "Cuiden su salud!". Según el encuadre de la ecofilosofía, cuidar la propia salud es ser responsable por el fragmento de universo que está junto a uno, expresando reverencia a la vida a través de uno mismo; es parte de una táctica de vida.

Un aspecto de nuestra responsabilidad respecto de nuestra propia salud, o tal vez incluso su requisito previo, es reconocer la santidad de la vida. La santidad de la vida no es algo que se pueda probar científicamente. Sin embargo, la santidad de la vida es una suposición acerca de la naturaleza de la vida, especialmente tal como es percibida, entendida y experimentada por los seres humanos.
El reconocimiento de su santidad parece ser un prerrequisito para la preservación de una vida digna de ser vivida. Entonces, si yo experimento la vida como dotada de espiritualidad y santidad, ¿quién esos vos para descartar mi experiencia con los pocos datos empíricos que te engolosinan? No sirve de nada argumentar que "la ciencia no da ningún fundamento para suponer la santidad de la vida", pues en cierto sentido la ciencia no da nada. Es la gente, culta o inculta, explotadora o compasiva, quienes usan a la ciencia para fundamentar sus puntos de vista, sus opiniones y sus intenciones. Pero hay un problema aquí. Nuestra comprensión y nuestra percepción se verifican, se hacen válidas y adquieren sentido dentro de un marco conceptual.
El marco conceptual basado en la ciencia parece excluir el reconocimiento de la santidad de la vida. Pero este marco conceptual es en sí mismo una forma de mitología. Cuando nosotros insistimos acerca de la santidad de la vida estamos operando evidentemente en otro marco conceptual. Todas las cosmovisiones están basadas, en última instancia, en mitologías. Quisiera explicar en pocas palabras por qué la ciencia y su marco conceptual constituyen formas de mitología.

Toda civilización está basada en una mitología. Estoy empleando el término "mitología" no para referirme a una fábula o a una fantasía sino más bien a un conjunto de premisas y creencias que forma la base de nuestra comprensión del mundo. Los griegos antiguos poseían su mitología plena de colorido. La Europa medieval poseía su mitología religiosa. Todas las llamadas sociedades primitivas poseían sus respectivas mitologías. A pesar de todo lo que se diga en contrario, la ciencia es una forma de mitología. Posee sus dogmas no escritos y no probados que son los presupuestos en que se basa la ciencia. Esta acepta nada críticamente y nada justificadamente una forma de vudú: el método científico. Adora determinados tipos de deidades: los hechos objetivos. Diviniza ciertos modos de conducta: la búsqueda de la objetividad. Sanciona una moral determinada: la neutralidad.

Como ocurre con las mitologías clásicas, todas estas partes están conectadas y dependen mutuamente. La neutralidad es un ingrediente moral necesario para hacer de la búsqueda de la objetividad un modo de conducta privilegiado, preferido y superior. La objetividad, a su vez es necesaria para elevar al grado de divinidad los "hechos objetivos". Divinizar los hechos objetivos sirve, a su vez, para justificar el método científico, el que así es concebido para permitimos explorar, y guardar como reliquias, aquellos mismos tipos de hechos. Los hechos objetivos y el método científico, a su vez, son necesarios para "justificar" los presupuestos de la ciencia, pues dichos presupuestos son concebidos de modo tal que sólo nos revelan lo que el método científico permite, que es lo que está contenido en la noción de "hechos físicos". La estructura de la mitología científica no es menos compleja que la estructura de las mitologías tradicionales.

No estoy ridiculizando ni tratando de disminuir la importancia de la ciencia. Las mitologías son terriblemente importantes en la vida de las sociedades y de las civilizaciones. Nosotros no podemos percibir fácilmente que la ciencia es una forma de mitología porque la ciencia es el filtro o el telescopio a través del cual miramos el mundo.
Cuando lo usamos, percibimos lo que él revela; pero muy raramente lo que él es. Además, meterse con la ciencia y su mitología implica meterse con toda la realidad que la ciencia construyó para nosotros. Somos remisos a metemos con nuestra perspectiva básica de la "realidad" porque esto podría crear un desafío demasiado grande a nuestra identidad, la que está parcialmente formada por nuestra perspectiva científica del mundo. Nos adherimos tenazmente a la mitología de la ciencia porque gran parte de día nos fue embutida en las cabezas desde la escuda, cuando éramos aún tiernitos, poco críticos.
No podremos desafiarla con éxito ni liberamos de día basta que logremos desarrollar una mitología alternativa. La necesidad imperiosa de nuestra época consiste en crear una cosmovisión alternativa o una mitología alternativa. La ecofilosofía se ofrece como posible candidata.

 

En síntesis, debemos tener en claro que el primer diagrama no es un catálogo de las virtudes de la ecofilosofía aquí propuesta, sino una representación gráfica de la creencia fundamental de que, hasta y salvo que adquiramos un esquema conceptual (llámalo filosofía, si quieres) que sea suficientemente comprehensivo y abarcador, no podremos acomodar ni articular la diversidad de nuevas relaciones que son necesarias para la cosmovisión ecológicamente sana y humanamente armoniosa; o sea, para las nuevas tácticas de vida.

También queremos hacer notar las conexiones esenciales entre los dos respectivos diagramas. Constituyen dos paradigmas conectados pero incompatibles. A medida que vamos girando alrededor de los componentes particulares de cada diagrama, es posible notar que cada componente determina de un modo sutil el siguiente, y que éste queda sutilmente determinado por el que lo antecede. La filosofía actual no puede servir más que a los que están espiritualmente muertos, pues su universo está muerto: materia inanimada, hechos físicos, relaciones lógicas objetivas. Por esta razón, al tener a su disposición los conceptos que son específicos de ese universo muerto, no puede servir más que a los socialmente no comprometidos, ya que el compromiso social no es una categoría objetiva. No puede servir más que a los políticamente indiferentes, pues la política es algo demasiado grande para sus alcances. No puede servir más que a los que no se pronuncian ante la responsabilidad individual, pues la idea de responsabilidad excede su alcance y su jurisdicción. No puede servir más que a los que buscan información, pues la información consiste en aquellos pedacitos que encajan perfectamente en sus requerimientos, mientras que la sabiduría no. No puede servir más que a los que olvidan lo ambiental y ecológico, pues su premisa oculta es que el medio ambiente ha de ser dominado por el hombre y explotado en su solo beneficio. No puede servir más que de sustento, si bien sólo indirectamente, a la persecución del progreso material. No puede servir más que a los que se desentienden de la salud pues, según su óptica, la salud únicamente se consigue visitando el coto de los especialistas médicos. No puede servir más que a los intolerantes, e incluso hostiles, respecto de los fenómenos transfísicos ya que éstos violan el universo de su discurso, que toman como válido e inmutable. Detrás de la mutilante estrechez de la filosofía actual yace la gran sombra del empirismo lógico (con su concepción de los seudoproblemas), el que fue usado como un machete para eliminar del campo de la filosofía los problemas más significativos y vitales.

Ahora bien, si partimos de una premisa cardinal diferente, por ejemplo que la filosofía está orientada hacia la vida y que su misión es el mejoramiento de la vida, entonces de allí se desprenden todas las demás características del diagrama y de la ecofilosofía. Esta nueva filosofía debe estar espiritualmente viva para comprender al ser humano, mi agente espiritual. Debe interesarse por la sabiduría, pues el hombre no vive únicamente de Hechos Físicos. Debe estar ecológicamente comprometida y sustentar la economía de la calidad de vida. En lugar de repetir las principales características del mandala de la ecofilosofía quisiera subraver algunas de sus principales conclusiones .La objetividad no existe en la naturaleza. ("Si la naturaleza hubiese querido que fuésemos especialistas, nos hubiese equipado con un microscopio en un ojo y un telescopio en el otro"). La sabiduría es esencialmente incuantificable. La vida no basada en criterios cualitativos carece de significado. Nos manifestamos políticamente no tanto por el modo en que votamos como por el modo en que vivimos. La sociedad es uno de los modos del ser espiritual del hombre. ("Es el momento, en Occidente, de defender no tanto los derechos humanos como las obligaciones humanas"). La epistemología pluralista es tolerante con los fenómenos transfísicos y admite una diversidad de modos de ser. ("La idea de un derecho a la salud debería reemplazarse por la obligación moral de preservar la propia salud").

Este es entonces uno de los mensajes esenciales de la ecofilosofía: podemos atacar todos los elementos de nuestra vida social, individual, espiritual, ecológica y política no separadamente sino atacando a todos ellos a la vez. Más aún, si no los atacamos a todos, ninguno será atacado. Esta es al menos un explicación parcial de por qué muchos excelentes programas alternativos (como el Movimiento Ecológico) me dan la impresión de haber fallado. Sus ópticas eran demasiado limitadas. Ellos la emprendieron sólo con un sector de nuestro mandala y consideraron a ese sector como el todo.

La ecofilosofía es un capitulo más en nuestro diálogo continuo con el universo siempre en transformación. Al transformarnos a nosotros mismos y nuestras relaciones con él, estamos transformando y co-creando el universo. Más allá del trance letárgico de la inercia tecnológica, estamos emergiendo con una conciencia realzada de nuestro destino, que consiste en construir un mundo responsable asumiendo nuestra propia responsabilidad, la cual consiste en imbuir al mundo de sentido y compasión, lo que consiste a su vez en continuar la historia inacabada de Prometeo: la historia del desarrollo humano, de la cual son ejemplos luminosos e inspiradores los grandes sistemas de la filosofía pasada.


Fuente: EcoMutantia Número 1 – mayo 1994 ps. 63.77

Traducción: José Luis D’ Amato

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