domingo, 18 de diciembre de 2011

Ecofilosofía por Skolimowski IV


Una filosofía para el siglo XXI (parte IV)


Por Henrik Skolimowski

La sociedad es en última instancia uno de los modos del ser espiritual del hombre...

 
IX- La ecofilosofía está vitalmente comprometida con el bienestar de la sociedad:
Ella mira a la sociedad como una entidad sui generis que posee vida propia. Por consiguiente, la sociedad no puede ser reducida a individuos (o considerada como la mera suma total de los individuos que la componen), ni puede ser comprendida a través de su "conducta exterior". La sociedad es el nexo y la cuna de aspiraciones y visiones que son ciertamente transindividuales.
La sociedad es en última instancia uno de los modos del ser espiritual del hombre. La sociedad es por cierto muchas otras cosas también: un instrumento para transacciones comerciales, una bestia burocrática e insensible que frustra nuestra búsqueda del sentido. Pero en última instancia debemos representárnosla como un instrumento de perfectibilidad del hombre tanto como, en sentido metafísico, un modo del ser espiritual del hombre.

El contrato social por el cual estamos atados es cooperativo en su misma esencia; no es sino una confirmación de nuestra pertenencia al plan más amplio de cosas llamado cosmos. Es absolutamente evidente que una concepción del cosmos, y de la pobreza, que sea compasiva, simbiótica y cooperativa implica una concepción cooperativa a la sociedad, pues la sociedad es una de las células del cosmos en evolución.

La filosofía académica incluye entre sus componentes a la filosofía social. Pero dentro de sus miras se trata a la sociedad como si ésta fuese un insecto bajo el microscopio: todo es escrutinio analítico, con escaso interés por el bienestar de la sociedad. No es por accidente que el filósofo profesional tan frecuentemente contempla a la sociedad como a un agregado mecánico para manipularlo en términos de conducta observable y mediante leyes estadísticas. Con toda justificación podemos entonces decir que la filosofía actual no se interesa por la sociedad.

X- La ecofilosofía proclama la responsabilidad individual: Insiste en que, además de los derechos por los que luchamos, todos estamos también sujetos a deberes y obligaciones. Traigo a colación palabras de Solzhenitsyn: "La defensa de los derechos individuales ha llegado a tales extremos que la sociedad ha quedado indefensa contra las acciones de ciertos individuos. Es el momento, en Occidente, de defender no tanto los derechos humanos como las obligaciones humanas". Pero la ecofilosofía también advierte que debe restituirse la soberanía y la autonomía del individuo para que éste pueda ejercitar con sentidos sus derechos y sus responsabilidades.

El mundo del especialista es un mundo en el que muletas de todo tipo van tronchando nuestros miembros y demás órganos, incluyendo la mente; es un mundo en el que lentamente se va reemplazando nuestra voluntad y nuestra imaginación por inventos mecánicos; nuestra iniciativa por la computadora central. No hay duda que nuestra crisis es en parte la crisis de la confianza, crisis que está en proporción directa con la delegación de nuestros poderes al experto, al especialista, a la máquina. No hay duda que buena parte de la violencia proviene de nuestra frustración en la búsqueda de la responsabilidad y la iniciativa. Al ser incapaces de hacer cosas significativas por nosotros mismos, hallamos una salida para esta búsqueda frustrada a través de formas patológicas: violencia, destrucción, violación. (La violación es, a un nivel del análisis, un ejercicio de la iniciativa individual, un ascenso repentino del individuo adormecido por los tranquilizantes del sistema).


La ecofilosofía sugiere e insiste en que nosotros somos responsables por todo, incluyendo la posiblemente fantástica transformación del mundo hasta un grado que se acerque al punto Omega de Teilhard. La ecofilosofía es voluntarista, pero dentro de los limites del orden natural y de la comprensión compasiva del cosmos. Somos los nuevos Prometeos que tenemos el coraje de encender el fuego de nuestra imaginación de novo; pero también somos conscientes de todo lo que anda mal, y de la enorme responsabilidad que implica el traslado de la antorcha encendida.


XI- La ecofilosofía es tolerante con los fenómenos transfísicos:
El intento de comprender el cosmos está enraizado tan hondamente en la naturaleza del hombre como su impulso de sobrevivir en términos físicos. El conocimiento por lo tanto es no sólo un instrumento de sobrevivencia, sino sobre todo la escalera por la que trepamos para alcanzar el ciclo. Vivimos inmersos continuamente en una multitud de tramas que expresan diferentes órdenes de ser que hechizan la complejidad de nuestras relaciones con el mundo. En esa multitud, la trama física es sólo una. Sin embargo, es esta trama particular la que se convirtió en el foco de nuestra atención y el objeto de nuestras investigaciones.
Nos hemos obsesionado tanto con día que casi perdimos de vista todas las otras tramas, a pesar de que esas otras tramas están siempre presentes. Lo sabemos. Pero este "saber" tiene un sentido diferente al del saber oficial. Tenemos grandes dificultades para expresar, en lenguaje común, este sentido diferente del "saber" porque el lenguaje común ha sido monopolizado, e incluso pervertido, por la trama física.

La ecofilosofía pone fin a ese monopolio en la medida que exige una epistemología pluralista, una epistemología diseñada para investigar órdenes de ser y de conciencia que son tanto físicos como transfísicos. Trascender la física e ir más allí de su universo constituye el meollo de toda filosofía, pues el vocablo metafísica surge justamente del deseo de ir más allá de la física. A través de los milenios, una de las preocupaciones básicas de la filosofía ha sido intentar penetrar los órdenes de ser que están más allá de la física.

Si bien nuestra empresa es ontológica y cosmológica, -en la medida que tratamos de determinar y cartografiar la heterogeneidad del universo y de nuestras relaciones con él-, nuestro problema, actualmente, es epistemológico, es decir, que pertenece a la teoría del conocimiento. Porque existe en epistemología un monopolio peculiar que tenemos que romper para poder hablar de otros órdenes de ser. Si no lo hacemos, nos quedaremos mudos ante los sostenedores de la epistemología actual, ya sean filósofos o científicos, quienes invariablemente nos preguntaran: ¿cómo puede justificar su afirmación, cuales su evidencia al respecto? Por "justificar" ellos entienden una justificación física, en "términos aceptados", dentro del marco de la epistemología empirista aceptada de cabo a rabo, marco que también está formado por los diversos tributarios de esa epistemología, las llamadas metodologías. De este modo, las "afirmaciones justificadas" nos retrotraen al universo empirista unidimensional. Por lo tanto, si hemos de lograr una epistemología pluralista, tenemos que romper con esos limites.

¿Se puede justificar la acupuntura? Sencillamente no se puede; o sea, si por justificación se entiende una explicación satisfactoria del fenómeno dentro del marco de referencia empirista actualmente aceptado. De igual modo, ¿cómo se puede justificar el reservorio de conocimiento biológico que todos poseemos, del que todos dependemos vitalmente, y al que todos indirectamente aludimos cuando nos referimos a nuestro instinto, habilidad, presciencia, premonición, intuición, sabiduría, compasión? ¿Se puede justificar la telepatía, la clarividencia y demás fenómenos paranormales? No, no se puede. Pero tampoco se pueden seguir descartando dichos fenómenos con una exclamación al estilo de "son todas patrañas".

Philip Toynbee escribe: "Uno de los aspectos más desalentadores de todo el asunto la investigación de los fenómenos paranormales es que-al menos durante los últimos 70 años de investigación seria, el establishment científico pataleó en un oscurantismo rencoroso y punitivo que constituye una verdadera actualización de la Inquisición".

La ecofilosofía señala el comienzo de una nueva epistemología: pluralista, basada en la vida, orientada hacia el cosmos, en contraposición en la epistemología actual que está basada en la materia y orientada hacia la máquina. Hay una cuestión a tener firmemente en cuenta: buena parte de la filosofía actual, especialmente la de orientación analítica, consiste en meras notas a pie de página de la epistemología empirista. Esta epistemología, recordemos, representa indirectamente a un universo restrictivo concebido a imagen de una máquina determinista.

En consecuencia, no nos dejemos atrapar en la red de las estratagemas de la epistemología actual y sus diversas metodologías, con sus criterios de justificación, evidencia y validez, pues todo eso forma parte de una mafia cognitiva que actúa como guardaespaldas del monopolio del universo unidimensional-objetivo-físico. Por lo tanto, no me traten de impresionar con sus metodologías; ellas no son más que ornamentos grabados sobre una tumba; ellas no tienen nada que ver con la vida, ni con la epistemología de la vida. La ecofilosofía insiste en que, a largo plazo, debemos crear la epistemología de la vida. Hoy día, tenemos que limpiar de cascotes el terreno, y exponer las limitaciones de la filosofía contemporánea hasta el punto en que ella haya llegado a ser una herramienta respetuosa que perpetúa una concepción mutilada y mutilante del universo.



(continuará)


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