sábado, 3 de diciembre de 2011

Ecofilosofía por Skolimowski III

Una filosofía para el siglo XXI (parte III)


Por Henrik Skolimowski





V- A la ecofilosofía le interesa la sabiduría:
en contraposición con las filosofías actualmente existentes, que están dirigidas a la adquisición de información. No es difícil hablar sobre la sabiduría sin parecer pretencioso. ¿Qué es la sabiduría? Hasta el sabio queda indeciso al tratar de contestar esta pregunta. La sabiduría, en todo caso, es ejercitar el juicio, basándose en criterios cualitativos, y comúnmente en situaciones conflictivas. El juicio no puede cuantificarse, ni tampoco puede cuantificarse la compasión, que a menudo constituye parte del acto de juzgar. Entonces, la sabiduría es esencialmente incuantificable. Por eso es que tenemos tantos problemas con día en la sociedad cuantitativa. La sabiduría es un estorbo para la sociedad cuantitativa en la medida que desafía su propio ethos; pero al mismo tiempo, paradójicamente, es una cualidad altamente solicitada en cuanto se reconoce que el Hecho y la Medida pueden desgraciadamente transportamos demasiado lejos.

Ahora bien, la influencia de la actual sociedad montada sobre la cantidad, y la influencia de la actual educación, montada en las mismas ancas - una es imagen especular de la otra -, resulta tan penetrante que somos positivamente desalentados en el ejercicio de nuestro juicio, y somos estimulados a tomar decisiones "en base a los hechos". "Los hechos no opinan; los hechos no juzgan", se nos dice. Pero esta proposición implica una enorme falacia, porque los hechos sí juzgan de un modo artero; los hechos opinan. Obedecer a los hechos es obedecer a la teoría, y a la concepción del mundo a las que sirven esos hechos y a las que ejemplifican y articulan. Los hechos son entonces juicios autoritarios en defensa de la autoridad llamada el Paradigma Físico de la Realidad. No se puede escapar de los juicios-aun cuando aceptemos el juicio de los hechos.

La sabiduría consiste en poseer el conocimiento correcto. El conocimiento correcto debe estar basado en una apropiada comprensión de las jerarquías estructurales dentro de las cuales se anidan y se nutren los ciclos vitales y los ciclos humanos. E. F. Schumacher dice: "La sabiduría exige una orientación nueva de la ciencia y de la tecnología hacia lo orgánico, lo amable, lo no violento, lo elegante y lo hermoso". En última instancia la sabiduría debe estar relacionada con nuestra comprensión de la trama venerable y frágil de la vida. Sólo por esta razón debe acarrear compasión, pues la compasión, entendida correctamente, es uno de los atributos de nuestro conocimiento del mundo. Es una escuela manca aquella que no desarrolla la compasión y el juicio. Es una sociedad renga aquella que niega el juicio y la compasión, pues ambos son componentes esenciales para adquirir algunos rudimentos de sabiduría-sin la cual la vida es un barco sin timón.



VI- La ecofilosofía es consciente de lo ambiental y lo ecológico: (en tanto que la actual filosofía académica se olvida casi absolutamente de los problemas ecológicos y del medio ambiente). Por supuesto que esto es así por definición, pero sepamos que la ecofilosofía excede la cuestión del cuidado de nuestros recursos naturales. Ser ecológicamente consciente no sólo significa dar importancia e inventariar con sensatez los recursos existentes y abogar por medidas y leyes severas para que esos recursos duren más; también significa reverenciar la naturaleza y hacernos conscientes de que somos una extensión de la naturaleza lo mismo que la naturaleza una extensión de nosotros. Los valores humanos deben ser vistos como formando parte de un espectro más amplio en el que participa la naturaleza y que ésta co-define.

Tal vez se podría argumentar que es injusto, y hasta traído de los cabellos, acusar a la filosofía actual de que no se compromete con la ecología porque simplemente no se expide sobre la materia. Precisamente ésta es la cuestión: con su mudez participa de la conspiración de la indiferencia. Los crímenes de silencio son cargos que recaen especialmente sobre aquellos que debieran ser conscientes. Además, la filosofía contemporánea indirectamente filosófico avala el punto de vista de que es asuntos de especialistas, y que , por ende, las cuestiones que se vinculan con lo ambiental y ecológico tienen que dejarse en manos de los especialistas, de los economistas, los políticos, los ingenieros, los arquitectos, los gerentes. Toda filosofía digna de tal nombre debe advertir que nuestros puntos de vista acerca de la ecología y el medio ambiente están siempre preñados de consecuencias escatológicas, filosóficas y éticas.


VII- La ecofilosofía está alineada con la economía de la calidad de vida: Las filosofías académicas occidentales parecen estar desvinculadas de la economía, pero en realidad están alineadas con la economía del desarrollo material. Ellas funcionan dentro del marco que no sólo apoya, sino que en realidad origina, el ideal del desarrollo y el crecimiento material.

La primera premisa de la economía desarrollista es la idea de progreso material. No existe justificación para la economía del desarrollo en sí misma, sino que ésta recibe su raison d'etre al proclamar que está cumpliendo el deseo del progreso material. El ideal del progreso material es poderoso y él sí que se puede sostener sobre sus propios pies. Sin embargo, ese ideal comúnmente forma parte de una estructura mas amplia basada en la concepción secular del mundo y en la aceptación del empirismo, tanto en sentido epistemológico como ontológico. Por lo tanto, es a este nivel que debe verse la conexión entre la filosofía actual y la economía del desarrollo. Los filósofos actuales son empiristas o al menos están profundamente afectados por el empirismo. Ellos adhieren, de cabo a rabo, a la concepción secular del mundo, reconocen en el progreso material una medida válida del progreso ( y quizá ésta es su única definición de progreso), y por consiguiente apoyan evidente, aunque indirectamente, el modo de operar de la economía del desarrollo. La sencilla realidad es que el empirismo suministra y una justificación filosófica a la economía del progreso material.


Las fuerzas que determinan el destino de la sociedad, y de los individuos que viven en día, no pueden quedar fuera de las cabezas de los filósofos. Por esta razón, una comprensión de la economía en términos de sus relaciones con la naturaleza y en términos de su influencia en la sociedad contemporánea es ciertamente una empresa en que la filosofía debe estar comprometida.


VIII- La ecofilosofía tiene conciencia política: también tiene compromiso político, pero no del modo superficial que a menudo implica el andar abalanzándose de una acción en otra con poco resultado en definitiva. La ecofilosofía es política en el sentido aristotélico: el hombre es un animal político no porque suspira por el poder, sino porque sus acciones están preñadas de consecuencias políticas. En síntesis, nos manifestamos políticamente no tanto por el modo en que votamos como por el modo en que vivimos.

Tomemos un ejemplo específico y algo drástico. La población de los Estados Unidos produce mas de 360 millones de toneladas de basura por año, lo que equivale a 1,8 toneladas por año y por persona, o alrededor de 5kg por día. No hay ningún otro país que pueda siquiera aproximarse a esta hazaña. Para desembarazarse de esa montaña de basura (la que, según una estimación, alcanzaría a "llenar 5 millones de camiones con acoplados que, arrimados parachoques contra parachoques, darían dos veces la vuelta al mundo"), los contribuyentes americanos deben oblar 3.700 millones de dólares por año para su recolección y eliminación. Compárense estos datos con algunos otros gastos anuales: tránsito urbano- 130 millones; remodelaciones urbanas- 1.500 millones por año.

Mediante esta producción de basura se está tomando una evidente posición política. Si uno participa en esa producción, uno participa en la orgía del despilfarro, con todas sus consecuencias. Una de tales consecuencias es una peculiar polución mental el haber tomado al despilfarro como modo de vida. Ahora bien, para que Norteamérica pueda despilfarrar, otras naciones deben contribuir. ¿Y contribuyen en sus propios términos? No, las demás naciones contribuyen en los términos dictados por Norteamérica. ¿Por qué? Porque en este mundo tecnológico los proveedores suministran sus mercaderías en los términos fijados por los consumidores. ¿Y el resultado de esto? Demasiado a menudo se incrementan las injusticias y las desigualdades.
La pésima condición del campesino boliviano o del trabajador de las plantaciones brasileñas-en verdad, las pésimas condiciones de la mayoría de los trabajadores manuales del Tercer Mundo-, está directamente vinculada con el modo que eligieron los países industriales (los consumidores) para conducir sus asuntos. La producción de basura es en última instancia un acto político mediante el cual afectamos (indirectamente) las vidas de los demás. La ecuación, ay, es simple: cuanto más basura producimos, mas adversamente afectamos a la otra gente que se halla en alrededor, podremos ver con claridad que se fraguan y mantienen estructuras y alianzas políticas (a veces con impredecibles y no siempre agradables consecuencias para las poblaciones locales) con el fin de que el petróleo y otros recursos naturales puedan circular hacia los países industrializados.

Ahora bien, desde el momento que la justicia constituye un tema filosófico clásico, uno tiene la esperanza que lo dejen (los demás filósofos) tratar el asunto de la basura, ya que éste es el estadio final del proceso que desde sus inicios exige, en este universo contingente, injusticias y desigualdades.



(continuará)
La ecofilosofía cree que una economía que socava la calidad de vida embiste a la vida misma. Hazel Henderson, E. J. Mishan, E. F. Shumacher y otros han mostrado la fatuidad y la falta de sentido de la economía engranada con el crecimiento exclusivamente material.



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