martes, 10 de noviembre de 2009

Opinión

Cuestiones (abiertas) sobre ciudades sensibles


Por: Leopoldo Fidyka (*)

“Ciudad sensible, no es la de bellos edificios sino aquella más cerca de los corazones...”


Estructuramos nuestra vida en ciudades, ellas son nuestra casa, nuestro espacio común, lo que nos lleva a la urgente necesidad de repensar nuestra forma de abordarlas, vivirlas, gestionarlas y planificarlas. Quizás falte algo, quizás se necesite exteriorizar e incorporar los sentimientos: Ciudades sentidas, ciudades que sientan, ciudades que permitan sentir.

El pensamiento por una ciudad mejor, no es nuevo aunque la temática en los últimos años tomo una singular trascendencia.

Ya desde antigüedad surgió la búsqueda por la Ciudad Ideal en procura de las características que debía reunir una ciudad para el desarrollo de los hombres teniendo en cuenta su bienestar físico y sus necesidades sociales. Desde distintas perspectivas y contextos como Platón, Vitrubio, Al Farabí, Leonardo Da Vinci, Tomás Moro, Le Corbusier, entre muchos otros, reiteran su preocupación por este aspecto, sin embargo, los años pasan y los problemas se acrecientan, por lo que algo estamos haciendo mal, las ciudades permanentemente vienen reproduciendo muros, barreras (espaciales y físicas), degradaciones, desigualdades y exclusiones.

Pero llegamos a este punto, quizás por varios sesgos culturales[1], los cuales serán importante tener en cuenta para hacer efectivo el pleno ejercicio de los derechos humanos y la ciudadanía en clave sensible.

El individualismo, “del sálvese quien pueda” que deja afuera la solidaridad y la construcción colectiva.
El racionalismo, como única fuente de entrada para abordar y comprender los fenómenos.
El antroprocentrismo, de ver al hombre como dueño de la naturaleza, que llevó a atrocidades contra el ambiente y nosotros mismos.
El economicismo, que solo valora lo medible o redituable desde el punto de vista material.
La representación "formal" de la democracia como delegación "abstracta", donde se incluye también a los marcos normativos.
El sesgo masculino-patriarcal de la sociedad contemporánea.

Es decir el pensamiento fragmentado, instrumental nos llevó por caminos alejados de la sensibilidad.

Se entendemos por sensibilidad la facultad de sentir algo, la capacidad de respuesta o la inclinación a dejarse llevar por los sentimientos, llevado esto, al plano exterior o urbano, ciudades sensibles serían ciudades que sienten, ciudades que perciben o incorporan los sentimientos, o ciudades que permiten o facilitan expresarlos.

Se generan “de adentro hacia fuera”, dado que intenta explicitar los sentimientos más sublimes de los seres humanos; “de abajo hacia arriba”, porque se despliega desde la misma ciudad; “de aquí al mundo y del mundo hacia aquí”, porque integra la relación global-local y viceversa, pone en consideración la búsqueda en la identidad pero sin resignar a la apertura y la diversidad cultural.

Una ciudad sensible no permite el sufrimiento, la degradación ambiental, social y cultural. Se piensa con clave de género y de igualdad de oportunidades e integra al todo y a las partes.

Sería una ciudad educadora, saludable, creativa[2], pero más mucho más allá, por lo tanto también, solidaria y afectiva.

Se distingue de las demás ciudades y redes que pone su eje en la alteridad, en los encuentros, en los afectos y en la alegría, pero lejos de ser un concepto cerrado, la ciudad sensible, es una idea abierta, progresiva y en construcción.

Un punto central en la construcción de este tipo de ciudad tiene que ver con la alteridad, la ciudadanía y la cultura democrática

El fomento de la cultura ciudadana, resulta fundamental, es aquella que surge del ejercicio del operar de la existencia colectiva, de existir con otros, de convivir, de participar con sentidos, del hacerse parte del espacio publico. Fabio Quetglas, a propósito de la cuestión urbana nos plantea: “el que no tiene afuera es un preso, el que no tiene adentro es un mendigo”[3].

La cuestión de la cultura ciudadana es compleja, profunda y requiere ser revisada con urgencia para el bien del conjunto, y si bien la responsabilidad es de todos, el Estado debe tener un rol protagónico en la materia.

Los instrumentos internacionales de derechos humanos y las nuevas constituciones democráticas aparecen como una oportunidad para la consolidación de este derrotero, configurando una cartografia orientadora de valor.

La reformas constitucionales en la Argentina, la nueva constitución del Brasil y especialmente la Ley 10257, "Estatuto de la Ciudad"constituyen claros ejemplos.

La ciudad sensible se inserta en un escenario marcado por la incertidumbre que nos rodea. Requiere ser construidas con ideas sensibles, personas sensibles, políticas sensibles y claro está con políticos sensibles.

Algunos desordenados puntos de partida:

« Sin duda se realiza no “para” la gente, sin “con” la gente. Yendo hacia lo nuevo por caminos nuevos, a través de espacios de encuentro y diálogo.

« A través de la multisectorialidad, es decir por medio de la integración de los diferentes sectores y actores de la ciudad en los procesos de diagnóstico, planificación, ejecución y toma de decisiones. Facilitando la generación de visiones compartidas.

« Comprendiendo la idea de red o gobierno multinivel, horizontal y vertical.

« Poniendo un fuerte énfasis en la educación, formal y no formal, popular. Impulsando propuestas educativas, culturales y artísticas hacia la sensibilidad.

« Procurando apoyo político, favoreciendo complicidades, apoyos y alianzas estratégicas.

« Afrontando los desafíos de la diversidad, y viendo a las diferencias y a los conflictos como algo necesario, para ello son fundamentales adoptar nuevas prácticas de mediación comunitaria.

« Incorporando a la sensibilidad en la agenda de gobierno.

« Consolidando una estructura o espacio promotor y plan estratégico concertado en clave sensible.

« Realizando un mapa de activos o fortalezas de la ciudad, identificar desigualdades y carencias en materia de sensibilidad urbana.

Una ciudad sensible, es un escenario donde se concretan los derechos humanos y no reniega de preguntas obvias y olvidadas que paradójicamente no tienen aún respuesta:

¿Cómo vivir mejor?;¿Cómo terminar con la desigualdad?: ¿Cómo distribuir la belleza?;
¿Cómo generar espacios y prácticas saludables?
¿Cómo aprender a escuchar al corazón si estamos acostumbrados a responder a la razón?.




[1] Más sobre el particular en “Formación en Cultura Democrática”, de Elizalde, Antonio y Donoso, Patricio: documento presentado por los autores en el 1er. Seminario Nacional de Formación Artística y Cultural organizado por el Ministerio de Cultura y realizado en Santafé de Bogotá del 27 al 29 de julio de 1998.

[2] Existen redes internacionales de ciudades educadoras (Asociación Internacional de Ciudades Educadoras AICE) impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona cuya sede en Argentina es Rosario;
Municipios y comunidades saludables OMS/OPS; y Ciudades Creativas UNESCO.


[3]
Video reportaje: “La Ciudad es la Solución” Casa Warat Buenos Aires, 2009.





(*) Abogado y magíster en Dirección y Gestión Pública Local. Proyecto de investigación "ciudades sensibles", Casa Warat Buenos Aires, 2009.

No hay comentarios: