Primogénita ilustre
del Plata,
en solar apertura hacia el Este,
donde atado a tu cinta celeste
va el gran río color de león.
Leopoldo Lugones
El río que no vemos
Cien barrios porteños, calles, avenidas bulevares y no aparece. Lo buscamos, pero no lo podemos encontrar ¿Buenos Aires es una ciudad fluvial?, Ésta ciudad con nombre de vientos ¿Tiene acaso un río?
Hay ciudades que estando frente a un río lo incorporan, lo cuidan, lo exhiben, lo potencian y lo celebran. ¿Vamos al río? ¿Cuántas veces se escucha eso en Buenos Aires?
Tenemos un río que está ahí, sin embargo oculto, aparece sólo de repente, más que nada de la mano de tragedias: (inundaciones, sudestadas o accidentes), parecería que el río está cuando molesta, cuando incomoda, cuando la naturaleza nos recuerda que vivimos en sus orillas.
Por qué le damos la espalda? ¿Por qué lo
contaminamos?
Nunca
nos terminamos de amigar con el río, a pesar de
algunos intentos de paseos, de costaneras, de balnearios… pero no hubo
caso, todo fue para atrás. Puerto Madero pudo haber sido otra oportunidad para
volver a tenerlo, pero lo fuimos llenando de inmensas torres para unos pocos… ¿Se podrá alguna vez recuperar el río para la
ciudad y sobre todo para el uso y disfrute de todos?
Tenemos
que dialogar con el río: ¿Qué historias nos contará?
Acaso
no se quieren escuchar las historias teñidas o marrón o rojizo que bajan del
Paraná? Y vale recordar que precisamente la ciudad fue fundada desde “arriba”,
desde Asunción bajando las aguas hasta el Plata. Tenemos un río que nos lleva,
nos comunica, nos llena y miles de nuevos vínculos por construir con ese
inmenso mar dulce color de león.
Mientras
tanto, Buenos Aires mira y no ve el río… mira por arriba, como enfocando con un catalejo tierras
lejanas… y parece dar razones a que en el escudo de la ciudad, aparezcan esos barcos
que vinieron de tan lejos.
LF
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LF
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