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Arte rupestre de Cerro Colorado
En
el norte de Córdoba, en la República Argentina, en cientos de aleros y cuevas,
arde el arte indígena. Más de treinta cinco mil pictografías en los cerros Colorado, Veladero, Intihuasi y
el Desmonte. Es uno de los
yacimientos arqueológicos de mayor densidad de imágenes en piedra del mundo.
Esta profusa creatividad visual surgió de los hábiles dedos de comechingones
y sanavirones, los pueblos que habitaron en la Córdoba septentrional hasta la
llegada del invasor español en el síglo XVl. La zona del cerro de tintes rojizos estuvo
habitado por la Cultura Ayampitín,
aborígenes nómades cazadores. Pero a partir del año 500 llegaron desde el norte
los comechigones y sanavirones que, entre durante más de un milenio, hasta la
llegada de los españoles, estamparon sus simbólicas imágenes, abstractas y
figurativas, en el lienzo de las rocas.
En 1903, el gran escritor argentino Leopoldo Lugones descubrió accidentalmente las pinturas de
las sierras de areniscas rojizas de Cerro Colorado. Luego, llegaría el
investigador escocés Gardiner quien realizó el trabajo más exhaustivo hasta la
fecha sobre las pictografías. Aún hoy se desconoce el significado de buena
parte de las imágenes rupestres. En la proximidad de Cerro Colorado, vivió el
famoso cantante y compositor Atahualpa
Yupanqui.
En
ellos hay miles de representaciones de motivos diversos y el mayor número de
éstos corresponden a figuras humanas y de animales; en menor proporción los hay
de carácter geométrico y existe gran cantidad no identificados. Aparecen guerreros
armados de arco y flechas; y en menor proporción, representan hechiceros y
también a los conquistadores españoles, montados a caballo con sus armas.
Los animales pintados son los que habitaban la zona en esa época; llamas, guanacos, pumas, ciervos, zorros, cóndores, búhos, ñandúes, reptiles e insectos. Las llamas están, a veces, colocadas en filas y atadas al cuello con una cuerda, lo que indica su domesticación. Algunos motivos geométricos, los circulares por ejemplo, han sido interpretados como la representación del sol.
Lo más característico del arte rupestre del Cerro Colorado, son las figuras de
guerreros identificables fácilmente por su complicado tocado, que cae desde la
cabeza hasta casi los pies y por el arco y flechas que llevan en la mano.
Realizados de manera sencilla y esquemática, su diseño responde a normas fijas.
Los hechiceros aparecen con largos vestidos y al parecer enmascarados, a veces entre guerreros y otras junto a éstos y animales. Las representaciones de los españoles, realizadas de manera más realista, poseen un gran valor histórico por cuanto ellas significan un jalón cronológico que nos permite ubicar temporalmente parte del registro pictórico de Cerro Colorado.
Opinión del Dr. Alberto Rex González
(Artículo publicado en Revista Gacetika, en mayo de
1963)
“... Las figuras publicadas hasta ahora, que adornan los abrigos y oquedades del Cerro Colorado y sus vecinos pueden clasificarse de acuerdo a su aspecto formal en Objetos Naturales, que constituyen aproximadamente el 70 % del total. De éstos hay una proporción más o menos igual de figuras humanas y de mamíferos (80%). Son raros en cambio los pájaros (2%). El resto son figuras de insectos o reptiles.
A
las figuras naturales siguen las de carácter geométrico (14% del total) y otras
no identificadas ni reconocidas (16 %).
Los
indígenas sobresalen entre las figuras humanas. Muy convencionales, a
menudo carecen de cabeza y solo dos cortos trazos indican los brazos y las
piernas. En cambio están adornados con vistosos apéndices sobre las espaldas y
la parte superior. Configuran completos y vistosos adornos de plumas. Son
representaciones de guerreros armados con arcos y flechas, componiendo
múltiples figuras en actitud de enfrentarse.
Es
muy posible que representen escenas reales de las incontables guerras
entre indígenas, de las que hablan los cronistas españoles a los que impresionó
la disciplina y la táctica sorpresiva de sus ataques, que a veces lanzaban de
noche, llevando “lumbre muy escondido”, al decir de un testigo de la época.
Las restantes figuras humanas representan a españoles armados de lanzas y espadas, protegidos por armaduras. Los artistas indios dibujaron con exacto realismo algunos atributos de los conquistadores: adornos en las monturas o detalles de la celada. Es notable que, en tanto que las representaciones de los guerreros indios son esquemáticas y convencionales, las figuras de los conquistadores hispanos tienen un carácter más realista.
Posiblemente esto se deba a que una larga tradición pictórica llevó a los artistas indios a establecer normas determinadas y aceptadas como representación de la figura humana; en otras palabras lo que podría llamarse “estilo pictográfico de Cerro Colorado”.
Frente
a figuras diferentes como las de los españoles y sus extraños animales
domésticos, que por primera vez veían los ojos asombrados de los aborígenes,
éstos trataron de dibujarlos de la manera más real que sus recursos técnicos
les permitiese.
Gran
parte de las figuras de animales autóctonos, en cambio, tienen un carácter
bastante naturalista, siendo fácilmente reconocible el modelo. Llamas y
guanacos se destacan por sus largos cuellos y los ciervos por su intrincada
cornamenta. Más estilizados son los diseños de reptiles, saurios y serpientes.
Los
artistas de Cerro Colorado no conocieron las técnicas que les hubieran
permitido dar relieve a las figuras, combinando matices o juegos de luces.
Tampoco parecen haber usado la perspectiva.
Sí
usaron, en cambio el recurso de componer una imagen sin dibujar el contorno,
formándola con simples series de puntos. Recurso que bajo otros aspectos
apareció muy tardíamente en el arte civilizado del mundo occidental.
Hay
excelentes ejemplos de felinos y cóndores ejecutados con el recurso del
puntillismo, realizado al parecer por untado directo del dedo en la materia
colorante. Otras imágenes parecen haber sido diseñadas con una especie de
pincel.
Colores: Blanco, rojo y negro fueron los
colores más usados. El
primero era óxido o sulfato de calcio, aunque se ignora de dónde lo obtenían;
posiblemente fuera proveniente de huesos pulverizados. El negro era material
mineral, pirolusita. El rojo es ocre del que disponían en cantidad en las
serranías.
Convenientemente
pulverizadas, todas estas sustancias se mezclaban con grasa y se aplicaban
directamente sobre la pared. En muchos casos, al parecer, se repitió varias
veces la operación.
Las escenas de conjunto, detalle que no siempre se encuentra en el arte rupestre, en Cerro Colorado parece ser un rasgo dominante. Excepcional en la Patagonia, fue hallado por primera vez en el Río Pintura, por una expedición del Museo de La Plata.
Más
info: http://reservacerrocolorado.blogspot.com.ar/
1 comentario:
Me interesa mucho el arte y disfruto de todo lo vinculado con ello. Me gustaría poder obtener promociones en pasajes para nuevos destinos y poder mejorar mi capacidad de análisis de distintos temas artísticas
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