Sin saber casi nada
nuestros
rumbos se juntaron.
El
encuentro fue espontáneo,
y no necesitó
de reglas,
ni de pesos ni medidas,
ni de pesos ni medidas,
bastó pintar
cuatro trazos
Y eso fue suficiente.
Salió
así, de la nada,
un
viaje que no era un viaje,
y mucho
menos esperado.
Para
bailar un tango,
se necesitan dos
se necesitan dos
Y como
nunca esa frase
estuvo más acorde.
estuvo más acorde.
Empezó siendo
pequeño,
etapa de
pruebas y escaramuzas,
se
generó una suerte de equilibrio.
No sé porque llamo equilibrio
A aquello que nada tiene que ver
con la
física.
Cada uno
en su partitura,
pero por
sorpresa,
se generó
una danza.
Se
sucedieron coincidencias,
se aunaron
destinos
y cada
vez se hacía más luminoso
eso
llamado presente.
Los
días y las horas pasaban
muchas
veces no existía el tiempo
y en
otras daban ganas de pararlo,
aunque ambos
sabíamos la fecha de vencimiento.
El mundo
seguía su curso
y nosotros
generábamos el nuestro.
Fue eso
que no tiene palabras,
Que al
partir el tren nunca pude explicar…
En la
estación ya no hay nadie,
queda lo
que no se puede ver,
sin embargo
es nuestro,
sólo y
tan solo,
para nosotros
dos.
A.S.
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