viernes, 31 de agosto de 2012

Discurso



El valor pedagógico de un discurso pasa por su erotismo.

Dar vida a un texto es impregnarlo de un sabor que subvierta al lenguaje del poder. Aprender es atreverse a desaprender el culto erudito, transformando en erotismo significativo.


La comunicación pedagógica depende del vínculo de amor que puede ser establecido con los textos.


Para aprender es preciso mezclar el rigor argumentativo con la osadía afectiva. Únicamente aprendemos si recreamos las verdades como si fuesen mágicas: los esplendores luminosos de un deseo que no fue determinado por ninguna voz exterior.

Luis Alberto Warat

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