jueves, 10 de junio de 2010

vida en el techo


Techos vivos: un aporte al mejoramiento de la calidad ambiental urbana



15-07-09 Por Federico Bondone


Los techos vivos o techos verdes son espacios en los que las superficies de concreto o chapa han sido reemplazadas por espacios ocupados por hierbas.
No es el objetivo de este artículo ahondar en los aspectos técnicos de su construcción, sino centrarnos en los beneficios que aportan en cuanto a servicios ambientales, la potencial solución que brindan a algunos problemas y cuáles son sus ventajas y sus potencialidades a la hora de mejorar el hábitat urbano.

 Los techos verdes o techos vivos son techos en los cuales la vegetación reemplaza a los materiales de construcción convencionales. ¿Cuáles son sus ventajas y sus potencialidades a la hora de mejorar el hábitat urbano?

Los techos vivos o techos verdes son espacios en los que las superficies de concreto o chapa han sido reemplazadas por espacios ocupados por hierbas. No es el objetivo de este artículo ahondar en los aspectos técnicos de su construcción (para tal fin recomendamos el libro Techos verdes. Ejecución, planificación, consejos prácticos, de Gernot Minke), sino centrarnos en los beneficios que aportan en cuanto a servicios ambientales y la potencial solución que brindan a algunos problemas urbanos.


En primer lugar, se trata de estructuras sumamente eficientes en cuanto al uso de la energía. Un techo vivo bien hecho, es prácticamente imperecedero y no requiere de cuidados adicionales, con lo cual evita gastos de dinero e insumos para su mantenimiento; una vez establecido, y si se utilizaron las especies vegetales correctas y un sustrato adecuado, ni siquiera necesitará de riego. Su capacidad aislante evita la pérdida de calor en los días fríos, haciendo que las necesidades de calefacción se vean ampliamente reducidas, y durante las épocas calurosas mantienen los espacios frescos al evitar que los rayos solares impacten directamente sobre la estructura edilicia.


Al retener el agua de lluvia y liberar lentamente los fluidos que excedan su capacidad, sirven como aliviadores de los muchas veces colapsados sistemas de desagües pluviales, disminuyendo los riesgos de inundaciones tan frecuentes en algunas zonas urbanas. Por otro lado, ayudan en el control de la humedad ambiente al evaporar agua en los días secos y al condensar rocío en los días húmedos, lo que puede también ayudar a disminuir la amplitud térmica. Además de captar humedad, las hojas de las hierbas retienen partículas de polvo y partículas contaminantes en suspensión en el aire.


El llamado efecto “islas de calor” (fenómeno que se produce en las ciudades, donde la temperatura suele ser a veces hasta 10ºC superior que en las áreas rurales aledañas, debido a la absorción de calor por parte del asfalto durante el día y a su liberación gradual en la noche) podría verse marcadamente reducido con la incorporación de techos verdes, al disminuir la superficie de materiales termoabsorbentes expuesta. Para quienes estén en la Ciudad de Buenos Aires, pueden poner a prueba este fenómeno visitando por la noche la Facultad de Agronomía.


Desde ya que la fijación de dióxido de carbono (gas responsable del efecto invernadero) y la liberación de oxígeno es otro de los beneficios de estos techos, lo cual no debería ser pasado por alto si consideramos que la mayoría de las urbes del globo tienen un déficit de espacios verdes que compensen sus emisiones, y si consideramos el derroche energético implicado en el mantenimiento del césped (máquinas podadoras, agrotóxicos derivados del petróleo, etc), los pocos parques existentes terminan por convertirse en fuentes de emisión. Los techos vivos, al no segarse, pueden acumular muchísimo más carbono que una parquización a la que se poda con regularidad.
A nivel de la conservación de la vida silvestre, estos techos permiten recrear ambientes degradados o desaparecidos (pensemos en los prácticamente extintos pastizales de la región pampeana argentina, hoy reemplazados por monocultivos, urbanizaciones y parques industriales), por lo cual debemos poner especial énfasis en el uso de especies vegetales herbáceas nativas de la región en la que vivimos (que además están adaptadas a los regímenes de lluvia de la zona); esto además redundará en un beneficio para la fauna silvestre local, la cual podrá hallar alimento, reposo y refugio en áreas que hoy le están vedadas, además de la posibilidad de generar corredores verdes que sirvan de comunicación entre áreas naturales. De este modo las aves e insectos (en particular mariposas) recibirían un necesario apoyo durante sus migraciones.

Si bien algunos autores no lo recomiendan, los techos verdes podrían servir para el desarrollo de la agricultura urbana, en particular para las especies de hortalizas de escaso desarrollo radicular y algunas hierbas aromáticas. Sin embargo, no debemos olvidar que los techos vivos son eso: techos, y si bien aportan mucho más que un techo convencional de hormigón, tejas o chapa, su principal función no deja de ser meramente estructural.

Otra ventaja en cuanto a su comodidad, aparte de lo abrigados o frescos que puedan resultar, tiene que ver con su capacidad aislante del ruido proveniente del exterior.

En la actualidad existen proyectos de ley sobre la implementación de techos verdes en Toronto (Canadá), México y Colombia, en tanto que algunos países de Europa no cuentan con leyes, pero sí con reglamentos que establecen algunos parámetros que deben ser tenidos en cuenta para garantizar la seguridad edilicia, llevados adelante por colegios de arquitectura.

Algunas de las leyes pretenden obligar a las constructoras a incluir un determinado porcentaje de techos vivos en cada nueva construcción, lo que ya ha puesto a la defensiva a varias empresas, ya sea por el costo incrementado de la construcción, ya por la consabida reticencia existente a nuevos paradigmas y la comodidad o desconfianza de los académicos del área edilicia.

Yendo a lo concreto, los estudios disponibles hasta el momento indican que se necesitaría aproximadamente que al menos uno de cada cinco techos en las ciudades sea verde, para llevar los niveles de polución a parámetros deseables. Será un desafío para las autoridades aprender a atender estos hechos, y sería un gesto sumamente positivo que se empezara por el enjardinado de los edificios de la administración pública.

En el plano individual, quien pueda llevar adelante este emprendimiento en su propia casa podrá sentirse feliz de saber el bien que está haciendo, y podrá sentirse aliviado de saber que ya no deberá preocuparse más por las goteras. Quienes formen parte de algún consorcio de propiedad vertical, pueden también ahondar en el tema y presentar alguna propuesta a sus vecinos, o por lo menos generar la expectativa ante la posibilidad de convertir una terraza que nadie visita en un rincón útil para la naturaleza y el entrono urbano.



Fuente: www.ecoportal.net

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