viernes, 8 de enero de 2010

Iniciativas

Fútbol, banderines y sueños colectivos, una experiencia de arte comunitario en La Boca


Más de 150 chicos de distintos comedores y organizaciones solidarias armaron El árbol de los sueños en el mástil de la Plaza de los Suspiros.

Con artistas y jugadores, pintaron 200 banderines en los que plasman sus deseos y necesidades.


Por: Horacio Bilbao


"Que vengan a dibujar, que vengan todos", invita Brisa, una boquense de 6 años, que lleva el record de banderines pintados para El árbol de los sueños. Su llamado tiene eco. Planeado y amplificado por una decena de ONGs, el club Boca Juniors y dos instituciones artísticas, el barrio tendrá su evento navideño. Desde hoy, los vecinos verán un arbolito en el mástil de la Plaza de los Suspiros. Armado con 200 banderines, en sus ramas metálicas más de 150 chicos dejaron sus sueños pintados, flameando a la vera del Riachuelo.

Más allá del árbol en sí, el proyecto abre un espacio de cooperación multisectorial en el barrio; una red de trabajo compartido que por diez días juntó a futbolistas actuales y a viejas glorias, con los artistas y con los chicos de distintas instituciones y comedores. "Cuando trabajamos con la vulnerabilidad y la situación de pobreza, de a uno no se puede", grafica María Schwelm, titular de la Fundación SOS infantil , una de las responsables de que Boca Juniors abra sus puertas y que, junto al Museo Quinquela Martín y a la Fundación PROA, son los pilares de esta red barrial que ya teje planes a futuro.

"Este proyecto empieza a saldar una deuda que teníamos desde la inauguración del nuevo edificio de PROA, que era el trabajo con otras instituciones del barrio", se entusiasma Adriana Rosenberg, titular de la fundación. También se entusiasma Brisa, que ya pintó un banderín con el Riachuelo pulcro y otro con una gran plaza "en la que los juegos funcionan y nadie viene a molestarlos con sus peleas".

Sueña Brisa en sus banderines y cuenta que entre los mejores recuerdos de sus navidades estaban los regalos que les hacían a fin de año en un centro comunitario de La Boca. "Dejaban que nos quedáramos con el juguete que más queríamos", dice. Laura, su hermana, pide en voz alta: "Me gustaría que cada vez que pasen frente al arbolito, digan qué lindo, qué hermoso lo que hicieron los chicos". Pero la contradicción . "Con nuestros dibujos demostramos que no nos escuchan", agrega Laura.
Y entonces Mariano Ferrante, uno de los artistas que timonea al grupo, explica que los chicos se inspiran en los íconos de su barrio. "Les pedimos que piensen en sueños colectivos, en cosas útiles para todos, que los identifiquen", dice Ferrante. Caminito, la cancha, el Riachuelo, la gente, todo se ve distinto en La Boca que pintan los chicos. Son sus realidades cotidianas, vistas como ellos los querrían ver.

Ferrando cuenta que trataron de usar materiales menos sofisticados, para que los chicos sepan que con elementos comunes pueden hacer obras de exposición. Y Rosenberg se anima a mentar esa larga tradición de artistas preocupados por su entorno. "Para el chico que vive en La Boca la relación con la pintura es muy natural, por los colores que hay en el barrio", agrega. ¿A dónde fueron a parar los artistas sin educación formal, los salidos del barrio o de una cuna pobre?

El arbolito no tiene la magnitud ni el presupuesto de la iluminación del puente transbordador, un evento que PROA patrocinó durante los últimos dos años para esta fecha. "Fue muy importante para iluminar La Boca, pero esta vez consideramos que lo mejor era juntarnos con el barrio", aclara Rosenberg, que ahora espera que sea el Gobierno de la Ciudad quien tome la iluminación del puente a su cargo. Su proa, apunta a otros proyectos. Van por más acciones callejeras, por la recuperación del Teatro Caminito y los desvela la escuela de arte que planean con el grupo A77.

"Estará en la calle y será también para la gente de la calle, con una idea de reciclaje de objetos que tenga un perfil ecológico. Reciclaje, arquitectura sustentable y educación a través del arte son herramientas para enfrentar los conflictos del barrio", dice Rosenberg. "Ese árbol es para nosotros el símbolo de una sociedad que trata de organizarse a través de sus ONGs, clubes y espacios de arte", dice Schwelm. Y se imagina pronto un corredor turístico que una PROA con la cancha de Boca, con fuentes laborales para todo el barrio. Es ella quien destaca el papel de fútbol y de sus ídolos, para atraer a los chicos. "Boca Juniors, por el solo hecho de abrir las puertas les permite a los chicos pertenecer, ser parte. Hay un antes y un después cuando se descorre la cortina y un taller se da dentro de Boca", dice.

El éxito de la convocatoria ratifica sus dichos. Por el quincho de Boca pasaron entre otros Riquelme, Insúa, Paletta, Bianchi y Palermo. (Cosas del fútbol, hubo quienes adjudicaron su vuelta al gol, a la visita a los chicos). Pero también participó la familia xeneize, con dirigentes y allegados, siempre listos para comerse un asadito mientras los chicos pintaban. Y viejas glorias del club, con Antonio Rattín a la cabeza. Aunque nadie los conocía, cuando dijeron que fueron ídolos de Boca, todos los aplaudieron, sosteniendo el lápiz entre los dientes. Y Rattín, es seguro, hubiera cosechado aún más aplausos si contaba su historia en el mundial de Inglaterra, en 1966, cuando tras su injusta expulsión, harto de los insultos de los ingleses, estrujó el banderín británico y se fue haciendo señas a la tribuna rival. Daba para que le dedicaran también a él un banderín. Esos que él mismo garabatea mientras agradece la invitación: "A mi edad, me pone contento ver a estos chicos divirtiéndose, todos los clubes deberían imitar estas actividades". Los bomberos cuelgan los banderines que ya flamean en el puerto. Está todo listo en La Boca.

El barrio con su tradición artística y colores que contagian, la placita de los suspiros así llamada porque allí los genoveses se reunían a extrañar a su patria, el busto del Almirante Brown como testigo, y el cañón de la Fragata 25 de Mayo vigilando la escena. Todo rodeando a ese mástil con forma de árbol en el que habrá murga y cientos de chicos como Brisa y como Laura, que en La Boca, o en cualquier barrio del mundo, todavía piden permiso para soñar y tienen a la navidad como excusa.

Fuente: revista ñ

1 comentario:

Casa Warat dijo...

Leo me sorprendiste, muy gratamente con el blog de rebelion natural Completa el foto log , de una forma increible felicitaciones aposta. yo en la medida de mis posiblidades en este blog Felicitaciones Luis